jueves, 25 de junio de 2009

"Hop - Frog" Edgar Allan Poe




"Hop-Frog" (originalmente "Hop-Frog; or, the Eight Chained Ourangoutangs", 'Hop-Frog o los ocho orangutanes encadenados') es un relato breve del escritor estadounidense Edgar Allan Poe, que fue publicado por vez primera en el año de su muerte, 1849.
El apodo que da título al cuento (Hop-Frog, traducible por "rana saltarina") corresponde al protagonista del mismo, un enano apartado de su patria que se convierte en bufón de un rey muy aficionado a las bromas. El bufón acaba vengándose del rey y sus cortesanos después de que éstos ofendiesen a su amada Trippetta, también enana. Para ello consigue que el rey y sus cortesanos se disfracen de orangutanes en una mascarada y se encadenen unos a otros. Delante de todos los invitados, Hop-Frog asesina a sus enemigos izándolos del suelo a gran altura mediante un gancho que sujeta las cadenas y prendiendo entonces fuego a sus disfraces; luego escapa con Trippetta. Se ha sugerido que Poe escribió la historia como una forma de venganza literaria contra una mujer llamada Elizabeth F. Ellet y varias otras personas.

El relato puede incluirse dentro de los relatos sobre venganza de Poe, junto con "El barril de


amontillado". Igual que en éste último, el asesino escapa sin ver castigado su crimen. Curiosamente, la víctima de "El barril de amontillado" viste el mismo traje de bufón que el protagonista de "Hop-Frog".
La historia usa el chirrido de dientes de Hop-Frog como elemento simbólico, justo antes de planear su plan de venganza, y de nuevo tras haberlo ejecutado. Poe utiliza a menudo los dientes como un signo vinculado a la mortalidad, como en los labios que se retuercen sobre los dientes del hombre hipnotizado en "La verdad sobre el caso del señor Valdemar" y la obsesión morbosa con los dientes de "Berenice".
Así como "El barril de amontillado" supuso un intento de venganza literaria en un enemigo personal, "Hop-Frog" puede haber tenido motivaciones similares. Dado que Poe había pretendido relaciones con Sarah Helen Whitman y Annie Richmond (ya fuesen románticas o platónicas, nada hay probado), ciertos miembros del círculo literario de la ciudad de Nueva York


propagaron chismes sobre el particular, incitando al escándalo sobre presuntas indecencias. En el centro de todo ello se hallaba una mujer llamada Elizabeth F. Ellet, cuyas tentativas amorosas Poe había desdeñado. Ellet puede estar representada en el relato por el rey mismo, y sus siete consejeros serían enemigos literarios de Poe, como Margaret Fuller,


Hiram Fuller (sin relación), Thomas Dunn English, Anne Lynch Botta, Anna Blackwell, Ermina Jane Locke y su marido.
El cuento, escrito hacia el final de la vida de Poe, puede ser autobiográfico en otros sentidos. El bufón Hop-Frog, al igual que Poe, fue "secuestrado de su casa y se presentó al rey" (su padre adoptivo, el opulento John Allan), "con un nombre no conferido en su bautismo, sino impuesto". El bufón, también como Poe, es "muy sensible al vino" y, del mismo modo, "cuando es insultado y obligado a beber se vuelve loco de rabia". Al igual que Hop-Frog, alguna vez Poe fue importunado por quienes le instaron a beber, emborrachándose con una sola copa de vino.
La historia también pudo haber sido inspirada por un acontecimiento histórico, el llamado Bal des Ardents, en la corte de Carlos VI de Francia. Por sugerencia de un escudero, el rey y otros cinco miembros de su séquito se vistieron de sátiros con ropas altamente inflamables hechos de brea y lino. Cuatro de los hombres murieron abrasados; el rey Carlos se salvó.
Esta historia es también recogida por Julio Cortázar, quien, aparte de las fuentes clásicas, añade que Poe pudo enterarse del episodio a través de un artículo del Broadway Journal, de febrero de 1847, donde se narra la historia de Carlos VI y los sátiros ardientes. Otra posible fuente: un relato de 1830 ambientada en la corte del zar Pablo de Rusia, en la cual se narra la venganza de un bufón sobre su amo. Hervey Allen ve en el cuento un valor simbólico: la realidad, tirana, mantiene en esclavitud a la imaginación, la obliga a servir de bufón, hasta que ésta se venga de la más terrible manera.
En su relato "Los crímenes de la calle Morgue" Poe también se refiere a un oranguan, aunque en este caso el simio es real.

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