lunes, 6 de abril de 2009

Los Gatos de Ulthar

(…) Aquella noche los vagabundos se marcharon de Ulthar y nadie volvió a verlos.

Todo el pueblo de Ulthar quedó perplejo al ver las extrañas formas que tomaban las nubes en el cielo. Ya se hacia de noche y todo el pueblo se quedo en el sitio en que Menes realizó sus plegarias. De repente un niño pudo encontrar en el piso, un gran pergamino enterrado en la tierra. Todo el pueblo decidió desenterrarlo y al abrirlo este estaba repleto de escrituras con signos que nadie podía entender. Sin aviso alguno y de imprevisto, el viejo que era dueño de la casa a la que los gatos no volvían, si transmitir un solo gesto, quitó el pergamino a la mujer que lo sostenía y salio corriendo en dirección a su casa. Entonces todo el pueblo se junto en la plaza para enfrentar a los viejos. El pueblo con antorchas y con lanzas se dirigió a la casa “desaparecida”. Rodearon la casa evitando entrada y salida de ella. Dentro de la casa se escuchaban susurros en un idioma desconocido para todos. Pero algunos habitantes lograron reconocer el mismo idioma que el de la plegaria de Menes. Así que alarmaron a todos lo sucedido en la casa y pidieron a todos que miraran hacia el cielo. Las nubes tomaban las mismas formas que esa tarde. Las nubes empezaron a crear un huracán desde arriba hacia abajo. Este terminó en la casa aunque sin romperla, sino todo o contrario rejuveneciéndola. No solo relucía la casa si no que en el cuerpo del huracán se podía distinguir la llegada de los gatos desaparecidos en la misma casa.

Resulto que todos los gatos salieron perfectamente pero con una particularidad: eran todos blancos a diferencia de que habían sido desaparecidos negros.

-Si un gato negro trae mala suerte, nuestra plegaria traerá paz a Ulthar- dijeron los dos viejos.

Manes los conocía.



Ezequiel Tarica 3º E

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